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Salvapatrias

2012 / 02 / 15 - La Nueva España

Salvapatrias

Si va uno y te dice así sin más que no pisa jamás las rayas blancas de los pasos de cebra cuando cruza la calle porque en ellas se concentran las partículas gamma que deja pasar la capa de ozono, te das cuenta inmediatamente que estás delante de un chalado. Si te dice, en cambio, que no come jamás carne de cerdo (o carne los viernes, o magret de pato, o pita que no la haya desangrado previamente un carnicero bendecido) porque se lo prohibe un precepto religioso de hace catorce (los musulmanes), veinte (los cristianos) o sesenta siglos (los judíos), no puedes decir a nadie que te encontraste con un chalado sino que tienes que respetar sus creencias. Aunque por dentro estés pensando que es más coherente lo de no pisar las rayas blancas de los pasos de cebra que lo de no comer carne de cerdo. La lógica es aplastante: si esta tochura te la cuenta un fulano, está mal de la cabeza; si empezaran a creer en ella un montón de fulanos, sería una religión y entonces tendríamos que respetarlos.

Si además de no pisar las rayas blancas de los pasos cebras, usara unos calzoncillos especiales porque sus testículos no se pueden rozar entre ellos, no bebiera alcohol, ni fumara tabaco, no tomara café ni té y te dijera que su libro sagrado fue traído a la tierra por el ángel Moroni y entregado en Nueva York a un tal Joseph Smith con unas gafas especiales para que pudiese leerlo directamente en inglés, ¿pensarías que está chalado o lo respetarías por ser todo parte de su religión? O, lo que es más complicado: si fueses americano, ¿lo votarías como candidato del partido republicano para enfrentarse en las elecciones a Barack Obama?

Las elecciones asturianas son más sencillas. Tenemos candidatos raros, pero ninguno hasta el extremo de Mitt Romney. Javier Fernández, gracias a que la jugada de rubalcabismo le ha salido bien, se ha cepillado de un plumazo a los gafapastas, los culomoyaos, los arecistas y a todos sus migoyos y migoyas (que se retirarán a sus cuarteles de invierno y a sus niemeyeres para esperar sentados). A Mercedes Fernández se lo han puesto igual de fácil: Rajoy le ha despejado del camino a los borjamaris, los ovidinos y los gabinios (que esperarán embozados a que pierda las elecciones para volver a tomar el poder). Y no hay mucho más: Cascos es el que promete más de lo mismo, con los mismos y para seguir haciendo más de lo mismo. Y no me olvido del candidato Jesús Iglesias, que es como Cascos pero en pequeñín. Al final va a ser cierto que echamos de menos un candidato que crea en lo de no pisar las rayas blancas de los pasos cebras, que sus testículos necesitan ir arropados en un algodón especial y que necesitamos unas gafas especiales para leer en inglés los textos sagrados. Si en Asturies ya se votó a Marqués, a Areces y a Cascos como salvapatrias, Mitt Romney tendría mucho futuro.




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