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Patrimonio

2011 / 11 / 02 - La Nueva España

Patrimonio

Primera noticia: alguien había hecho fuego en las antiguas oficinas del pozu Santa Bárbara. La última: alguien había marchado con la maquinaria que quedaba. El pozu lleva años cerrado. Teóricamente. Por muchas partes de su valla desvencijada se podía entrar y se sigue pudiendo. El conjunto está protegido como bien de interés cultural. Además de seguir siendo propiedad privada de Hunosa. Da lo mismo. Su absoluto abandono es evidentes. La mala hierba crece por todas partes. Los cristales rotos, las puertas abiertas, el escaso mobiliario deshecho, la antigua maquinaria con piezas sueltas. No es un caso único. Un pequeño recorrido por les cuenques nos lleva a comprobar el tremendo abandono en que se encuentra el patrimonio de Hunosa y de todas la empresas mineras del último siglo y medio de historia. A pocos importa. De quienes depende directamente, nada. No se sabe qué hacer con todo ello. Hubo algún caso concreto de recuperación. El último, el del pozu San José de Turón. Los responsables de su recuperación posiblemente no hayan estado en una mina en su vida. Y si han estado la experiencia les ha servido de poco. Se restaura si saber su destino final. Al carecer de destino carece de sentido su recuperación. Al perder el sentido pierde su conexión con la tierra y la historia a la que pertenece. Al final la hierba vuelve a crecer por todas partes y vuelven los cristales rotos, las puertas abiertas, el escaso mobiliario destrozado, la maquinaria retirada por un chatarrero con permiso de sus dueños y custodiados por la empresa subcontratada de seguridad. Por lo menos, en el caso de la empresa de chatarra, alguien está sacando beneficio de esta ruina. Algo es algo. Ahora, además, no hay dinero para nada, con lo que todo irá a peor. Cuando hubo dinero lo que se hizo tampoco sirvió gran cosa.

No es broma: tampoco vamos a echarlo en falta. Si cuando se cierra un pozo se hubiese acabado con todo y se hubiese devuelto el paisaje a monte estaríamos igual que ahora que el monte campa a sus anchas en medio de la ruina. El que dude de esta afirmación que visite las antiguas instalaciones de la mina Mariana. Si consigue verlas entre la maleza. Si las encuentra. O que intente pasar por el túnel lleno de mierda del ferrocarril del Penón. El túnel es antiguo, la mierda reciente. Está a apenas cien metros de las primeras casas del casco de Mieres del Camín. A nadie importa. La prueba más evidente: un día de estos cerrarán el levadero de carbón del Batán. ¿Alguien va a proponer que conservemos sus instalaciones como parte de nuestro patrimonio? Seguramente sí. Otros dirán que no. Darán lo mismo los del sí y los del no. Al poco del cierre la mala hierba volverá, como los cristales rotos, las puertas abiertas y la maquinaria que se llevará el chatarrero. En cinco años la entrada de Mieres será un bosque. Los ecologistas se plantearán protegerlo. Si hay suerte anidará en la terraza, sobre las siglas de Hunosa, una pareja de quebrantahuesos. Siempre acaban siendo los buitres los dueños de todo. Es nuestra historia.




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