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Shakespeare en madreñes

2011 / 10 / 15 - El Comercio

Shakespeare en madreñes

El título parte de unas palabras de Natalio Grueso, director general de la fundación Niemeyer, a raíz de todo el esperpento creado alrededor de la gestión del centro y al que él quiso aportar su pequeño granito de arena comparando a Shakespeare, como modelo de lo que en cultura es universal, con les madreñes, como icono de nuestra esencia como pueblo. Shakespeare representaría, en esta comparativa, la altura de miras de la actual gestión del centro, y les madreñes el camino al que abocan los comentarios al respecto del consejero de cultura.

Y la historia la traigo a cuento a partir de mi artículo de la semana pasada. Escribía sobre Yolanda Camino, una autora indie asturiana poco conocida fuera de su ámbito y residente en Londres. Uno de mis escasos –pero críticos lectores- me comentó gratamente que “era hora que dejara por un momento de hablar de gaiteros y tonadilleros y hablara de alguien que hace música decente”.

Le contesté simplemente que mi cultura musical es tan ecléctica que me lleva a escuchar tanto a gente como Yolanda Camino, cantante indie, como a Celestino Rozada, cantador de tonada. De la misma forma que puedo admirar, a cada uno en su contexto, una obra de Shakespeare o unas madreñas negras de Ibias. Porque entiendo la distancia que existe entre ambos conceptos y no me permito el lujo de establecer comparativas. Más que nada para no ser tachado de estúpido. Aunque pensando, en el límite de la broma, que un calzado de madera bastante similar al nuestro era el propio que debía de utilizar Shakespeare camino de su teatrillo de madera pisando los caminos embarrados de su ciudad.

En artículos como éste, donde tengo tiempo y espacio que dedicar a la música indie, al rock, a la música clásica, al flamenco y a la canción asturiana, siempre en relación más o menos directa con nuestra tierra, llamo en esta ocasión la atención sobre tres libros recientemente publicados sobre música tradicional asturiana.

El primero de ellos, recién salido de la imprenta, El tambor asturiano. Usos, rudimentos y patrones, del maestro del instrumento Manuel Durán García. Un amplio manual de aprendizaje teórico y práctico de interpretación de este instrumento tradicional. Un repaso general a los toques más frecuentes, al lado de los menos conocidos, y al que se suma una historia del instrumento y de un buen número de sus instrumentistas más representativos.

Manuel Durán tiene, aparte de los suficientes conocimientos prácticos del instrumento como para ser considerado un maestro, conocimientos teóricos de percusión que le permiten convertir este manual en una libro de obligado uso en los conservatorios y escuelas de música tradicional de Asturies. Y que, conociendo algunos otros trabajos al respecto de la percusión, significará sin duda una cita obligada para todo interesado en la percusión tradicional de nuestro entorno.

El siguiente libro, también recientemente aparecido, es una Iniciación a la gaita asturiana, de Balbino Menéndez Suárez y Ricardo Soberado Hoyos. A diferencia del anterior, que se trata de un trabajo en profundidad para un estudioso de un determinado nivel, el presente es un manual pensado para alumnos menores de diez años que se inician con la gaita, de manera que le sirva para hacerse con las destrezas mínimas necesarias del instrumento.

Y este libro me sirve para llamar la atención sobre otro publicado el año pasado, La ornamentación na gaita asturiana, del que también es autor Balbino Menéndez Suárez. En esta ocasión se trataba del primer estudio monográfico publicado en Asturies sobre la ornamentación con gaita, un recurso interpretativo muchas veces muy personal y que permite, tras su conocimiento, avanzar en profundidad en el conocimiento del instrumento.

Este trabajo incorpora, igualmente, una ficha para cada uno de los grandes maestros gaiteros actuales, referido a sus personales estilos de ornamentación: Berto Varillas, Flavio Benito, Gustavo Eguren, Hevia, Guti, Tejedor, Santi Caleya, El Pravianu y Xuacu Amieva.

Tres libros que amplían la biblioteca de todo estudioso de nuestra cultura musical. Pero, sobre todo, que responden a una demanda creciente: la de los cientos de alumnos de gaita y tambor matriculados en nuestros conservatorios y escuelas de música. Alumnos que entienden que nuestra cultura musical, además de propia, es parte de la cultura del mundo. Como Shakespare. Como les madreñes. Cada uno en el lugar que le corresponde. Sin necesidad de establecer comparaciones que no llevan a nada. Lo que siempre se dijo de confundir el tocino con la velocidad.




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