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A la tercera va la vencida: Tuenda

2011 / 07 / 02 - El Comercio

A la tercera va la vencida: Tuenda

Llamé a Xose Ambás apenas unos minutos después de haber escuchado por vez primera Tuenda 3. De un tirón. Unos cuarenta y cinco minutos. Hablamos durante un rato sobre las catorce canciones que lo integran. De la primera a la última. Todas tienen una historia detrás. Un apunte, breve, de esa historia aparece en los créditos del disco. Pero siempre hay más cosas que contar. Y merecen la pena.

Volví a escucharlo de nuevo tras la conversación. Con más tranquilidad. Descansando en detalles que una primera audición no advierten. Tomando notas de momentos sobre los que más delante acabaré preguntándole. Sintiendo de verdad que el disco no contenga más que estos catorce temas.

El primer Tuenda es del 2006 y de dos años más tarde Tuenda 2. El primero ya marcó en su momento una notable diferencia con lo que se venía haciendo en el ámbito del folk. El segundo, mucho más tranquilo, marcaba la pauta que Tuenda era una formación que se dedicaba a hacer lo que realmente les apetecía, fuera de todas las modas musicales y ajenos al mercado. Fieles a sí mismos. Una tranquilidad y una fidelidad que convierten esta tercera entrega en un lujo.

Que José Servando Menéndez, Pepín de Muñalén, el flautista de la formación, es un genio del sentimiento no necesita más explicación que dejarse llevar en esta ocasión por su composición “Ca Sindo”, un homenaje a la casa de su padre, en el concejo de Tinéu. Una melodía original necesaria en un disco llenó de versiones de cantares tradicionales. Sigue sonando de fondo, una y otra vez, mientras escribo este artículo.

La limpiza rítmica de Elías García, a cargo del bouzouki en el grupo, se manifiesta a lo largo de todo el disco sin tener un exceso de protagonismo. Un ejemplo margnífico pueden comprobarse en la pieza que cierra el disco, “Muñeira de Perl.lunes”, y en “Boda ya muñeira de Tormaleo”.

La voz de Xose Ambás no necesita mayores comentarios. Junto con la propia de los grandes cantadores de tonada, es la más reconocible de la música asturiana actual. Suave. Sin prisa. Sin estridencias. Reposada. Sugerente. Como la de tantas otras voces a los que vemos intervenir a su lado en Camín de cantares de TPA. Cantando “a la oreya”. Sin necesidad de hacerse notar.

Ellos tres, como si de personajes del poemario La lentitud de los bueyes de Julio Llamazares se tratara, vienen “de una raza de pastores que perdió su libertad cuando perdió sus ganados y sus pastos”. Los cantares que integran su obra, la actual y la pasada, están construidos de ladrillos contra el olvido. “Durante mucho tiempo mis antepasados cuidaron sus rebaños en la región donde se espesan el silencio y la retama”. Pero nacen como un grito profundo de reivindicación de un necesario futuro a partir de lo propio. “Y en su sosiego acumularon monedas verdes de esperanza para nosotros”. Un deseo obligado de permanecer, de saberse parte de la tierra y de pretender con su música que la tierra permanezca. Y, con la tierra, ellos mismos. “Caliente aún está la piedra donde bebían la sangre de sus vides al caer de la tarde. Pero qué lejos todo si recuerdo”.

Exactamente: qué lejos todo si recuerdo. Escucho el “Cantar del goxeiru”, una añada de la versión de Fela d’Urria, que tantas veces había sentido en la propia voz de mi madre. También de Teberga. Una añada muy extendida. Pero, no por ello menos soberbia en esta versión. Como los “Cantares de Navidá d’Urria”, que la misma Fela les había enseñado, y que yo sigo cantando porque también forman parte de mi memoria contra el olvido.

Trabajos como éste de Tuenda se convierten en absolutamente necesarios. Hasta el extremo de que sería obligado que un departamento de cultura del Principáu d’Asturies, de existir, les contratara un mínimo de 78 conciertos para llevarlos hasta el último de los concejos de Asturies. Es impresentable para nuestra cultura musical que un trabajo de estas características no se conozca en todas partes. Sé que estamos sujetos a las reglas del mercado. Pero, en ocasiones como ésta, debiéramos estarlo a las reglas de la justicia. Y es de justicia que este disco no pase desapercibido. Ojalá sea cierto que a la tercera va la vencida. Los dos trabajos anteriores de Tuenda son pequeñas obras de arte. Éste no puede quedarse simplemente en pequeña.




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