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El lunes al sol

2011 / 05 / 26 - La Nueva España

El lunes al sol

El lunes no paran de sonar los teléfonos. Me lo dice un amigo con el que tomo el café a media mañana en El Carolina. “Ni te imaginas la cantidad de gente que nos está llamando que quiere afiliarse al Foro”, me dice. Le digo que ponga en el móvil de música de espera la de El Último de la Fila: “¿Dónde estabas entonces cuando tanto te necesité?” No le queda más remedio que reírse. Si ya antes ya se les había metido en el partido algún concu, calcula ahora. A los de Izquierda Unida de Mieres les pasa algo parecido. ¡Qué cantidad de amigos le salen al paso a Anibal! Nadie se acuerda en esta mañana soleada de los que perdieron. Lo dijo el caudillo galo Breno después de asaltar Roma: Vae victis. ¡Ay de los vencidos!

A primera hora de la mañana me había cruzado a la salida de La Regenta con uno de los dueños de la tienda de Ideas Cocinas y Baños. El chiste era fácil. Las furgonetas de Ideas en Mieres volverán a ser solamente las de Cocinas y Baños. Después, en el Yaracuy, continuamos haciendo unas risas con el tema. Tomo nota de un comentario. Con un bolígrafo publicitario de Ideas. Me lo dio el viernes pasado su candidato a la alcaldía. Con el comentario adicional de que lo siguiera utilizando para escribir la mierda de artículos que escribo. Eso hago.

Lunes a medio día en Uviéu. En la terraza de La Corte no hay ningún vencido. A esta hora suele estar tomando el pinchu medio gobierno. Del ayuntamiento y de la Xunta. El camarero que me pone el café americano hace un comentario rápido: “Ayer de noche esto era un valle de lágrimas”. Esto huele a desbandada total. Con quien quedé tarda en llegar. Cuando lo hace, se sienta y sin saludar me dice: “Acabo de tar con Rivi. Ta como un verderón”. Comentario que entendemos perfectamente los que somos de pueblu. Alargamos el café hasta las tantas. Seguimos sin ver a nadie.

Por la tarde en Xixón. Día de sol como para ir de playa. El Muru hasta la bandera. Tanta gente produce un murmullo sordo que se funde con el ruido de las olas. No es necesario preguntar sobre qué giran los comentarios, los chascarrillos, los chistes. Tampoco le para de sonar el teléfono al amigo que me acompaña. Son cuestiones de trabajo. Pero su trabajo también va a tener mucho que ver con el cambio de gobierno. La tensión se palpa en muchas de las frases. Los silencios son largos. El ceño denota algo más que preocupación. Intento tranquilizar el ambiente con algún comentario ligero. Es imposible. La realidad le supera. “Esto ye l’acabóse”, me dice. Como también decimos siempre los de pueblu: Cada uno habla de la feria según le va en ella.




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