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Fumaderos

2010 / 12 / 07 - La Nueva España

Fumaderos

Giacomo Casanova fue el único que consiguió una dispensa para fumar durante su estancia en el noviciado. Nadie entre sus compañeros podía entender cómo lo había conseguido ya que se trataba de una de las normas más rígidas de la institución. Así que le preguntaron:

-¿Quién te ha dado permiso para fumar? Nosotros fuimos al rector y le preguntamos si podíamos fumar mientras meditábamos y él nos fijo de forma clara y tajante que no.

-Es que yo no formulé de esa forma la pregunta –comentó Casanova-. Yo le dije: Rector, ¿puedo meditar mientras fumo? Y me dijo que sí.

Esto es algo similar a lo que nos ocurre a nosotros con la ley que prohibe fumar en los centros de trabajo.

Me ve un visitante con un cigarro en la mano y me pregunta:

-Pero, ¿no está prohibido fumar en el trabajo?

-Atiende –le digo-: ¿me ves cara en este momento de estar trabajando?

Lo que se trata, como en el caso de Giacomo Casanova, de una falacia. Pero, la gente traga. Y, mientras tanto, un par de caladas más y el pitu se apaga.

Yo, si os digo la verdad, nunca fumé gran cosa y mucho menos en el centro de trabajo. Pero ahora, con lo de la prohibición, la cosa cambia. Como que me apetece más. Lo mismo que en los restaurantes y bares. Tampoco suelo fumar. Pero aquí va a acabar pasando como en Francia donde funcionan determinados bares de pueblo que pasan completamente de la prohibición y que, de manera familiar, todo el mundo conoce como une tanière (una covacha). La imagen más simpática de estos sitios es que, a altas horas de la noche, que en Francia es a partir de las nueve, es el sitio donde se encuentra al alcalde del pueblo prenant un cigare (echando un pitu) con el jefe de la policía. Como aquí: nadie se crea que somos diferentes a los gabachos.

Por eso estoy a favor de la ley de prohibición de fumar en los establecimientos públicos. Porque es una de esas leyes que te permiten conocer de cerca a la gente que se arriesga en transgredirlas. Porque sabes que, en momentos difíciles, sólo puedes fiarte de quienes se arriesgan. Y tocan tiempos difíciles. Y de quienes toman el café descafeinado, el yogur desnatado, el queso sin sal, la cerveza sin alcohol, el jamón sin tocino, las galletas ricas en fibra, el muesli de mierda y bebercios como el danacol sin colesterol, sin sabor y sin nada, no puedes fiarte gran cosa.




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