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Cuando Gaspar Mechor de Xove y Llanos

2010 / 12 / 04 - El Comercio

Cuando Gaspar Mechor de Xove y Llanos

A primeros del siglo XIX no existen medios de comunicación de masas tal y como hoy los conocemos. Las canciones populares suelen ser las propias de cada lugar y las influencias están bastantes restringidas, por más que la trashumancia, el comercio en general, la mejora de las comunicaciones viarias y los movimientos de población que propician las guerras, hacen que las melodías y los ritmos traspasen las fronteras naturales de los países y regiones. Cien años más tarde, los primeros medios de reproducción y, especialmente, la radio, van a transformar la visión general que se tiene de la música popular.

Hace dos años, con motivo del bicentenario del levantamiento de Asturies contra las tropas de Napoleón, se llevó a cabo en la Plaza Mayor de Xixón un concierto de música asturiana de la época, bajo la dirección artística del maestro gaitero Berto Varillas. Entendiendo, en este sentido, que la música de la época era en buena medida la que las bandas de gaitas, los gaiteros y los cantadores de tonada continuaron interpretando, en muchos casos hasta llegar a nuestros días.

Ritmos de moda, como la jota, entraban a saco en los folklores del noroccidente de la península y acababan entrabando a formar parte de ellos de manera que, apenas cien años más tarde, los primeros musicólogos constataron su presencia desmedida.

En el presente, más que de ritmos de moda –que ya apenas existen mediatizados todos por el omnipresente pop unificador-, se habla de canciones de moda. A finales del siglo XIX ya existían estas canciones, aunque nunca podríamos entenderlas desde la perspectiva del presente.

Una de las más extendidas por toda la península fue “La tirana”. Se trataba de un ritmo antiguo, lento y sincopado en compás ternario, que llevaba siempre en su estribillo un lamento del tipo:“¡Ay, tirana, tirana!”. Y, sobre él, se elaboraban canciones que tenían mayor o menor recorrido popular. Una de ellas, “La tirana de la Convención”, grabada en 2003 en un recopilatorio por Joaquín Díaz, se cantó en toda España. Claves de su éxito: hablaba de un tema de actualidad, la declaración de guerra a la Convención francesa por parte de las monarquías españolas. Y la movilización de quintas hizo el resto. Un ritmo alegre, un estribillo fácil, una canción desenfadada. A su regreso, los soldados la traerían en su boca. Los músicos ambulantes la incorporaron a su repertorio. Se imprimieron coplas de ciego.

No perduró mucho tiempo. La historia que contaba dejó de tener sentido. Hoy apenas se entiende:

“Ya se embarca la tirana de Cádiz para Marsella y la apresa en alta mar una embarcación francesa.

¡Ay, tirana, retírate a España! ¡Ay, tirana, huye de los rigores del peligro de la Convención! Sí, sí, tiranilla sí, sí, picarilla porque si te cogen porque si te pillan pondrán tu cabeza en la guillotina”.

Algunas canciones asturianas actuales provienen de aquel tiempo. Es el caso de “La cruz de mayu” y la “Diana floreada”, que siguen interpretando las bandas de gaites y los gaiteros. Pero otras, como “Mambrunu fue a la guerra”, se instalaron en nuestro folklore infantil con idéntica fuerza a como lo hicieron en otros. Se trata en este caso de una canción francesa de la que existen versiones en castellano, gallego, portugués, catalán y asturiano.

Una tonada como “Santa María / hai una estrella nel cielu / qu’a los asturianos guía”, fue considerada en su momento el himno de Asturias. Una apreciación que continuó hasta mediados del siglo XX en que fue arrinconada por el éxito de una giraldilla como el “Asturias patria querida”.

Con motivo del bicentenario de la muerte de Gaspar Melchor de Xove y Llanos el próximo año era conveniente reeditar aquel trabajo sobre la música popular de aquellos años. Como también dar a conocer a las nuevas generaciones el legado de aquellos años que, no sólo en música, cambiaron nuestra visión del mundo.




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