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Villaviciosa hermosa

2010 / 11 / 20 - El Comercio

Villaviciosa hermosa

Día tras día, con escasa variación de hora, una radio popular nos la devuelva idéntica al oído una vez tras otra, tuvo que haber sido aceptada de manera rápida por el entorno donde fue ejecutada por vez primera, ya que le prestó la suficiente atención como para transmitirla de manera encadenada hasta hacerla llegar a nuestros días.

Esto fue posible porque la canción se encuadraba dentro de una estructura rítmica muy reconocible, el saltón. A no ser que haya ocurrido de manera inversa, que el saltón diera carácter asturiano a algún tipo de melodía preexistente o de influencia foránea.

Fuese como fuese, lo que comenzó estructuralmente siendo un saltón, y bailado al son de la gaita en todas las principales fiestas asturianas, se acabó acercando rítmicamente al aire de pasudoble por influencia de la moda de finales del siglo XIX y terminó convirtiéndose en un cantar más de los cientos que se interpretan en espiches o reuniones de todo tipo.

Seguramente habrá asturianos que no hayan bailado el “Villaviciosa hermosa”, porque la moda del baile a lo suelto y a la gaita fue decayendo a lo largo del pasado siglo XX, pero seguramente no habrá nadie que no la haya entonado alguna vez, en una espicha, en una reunión de amigos, en una comida familiar o en cualquier circunstancia de las que se echa mano del repertorio de canciones archivadas en la memoria.

Con ejemplos como éste, folkloristas como Bruno Nettl o Alan Lomax, entre otros, estudiaron y analizaron la particular relación que se establece entre la música popular y la cultura propia del pueblo que la mantiene.

En Asturias este hecho resulta interesante de estudiar a partir de la pervivencia de determinadas estructuras musicales de carácter arcaico. Un ejemplo es el saltón, un ritmo único y exclusivo de esta tierra. Se trata de uno de los bailes más rápidos y agotadores de todoslos que se interpretan, no sólo en España y Portugal, sino también en toda Europa. Le viene su nombre, seguramente, por lo exagerado de los pasos de los bailadores en su interpretación. Aunque saltones hay muchos –y cualquier gaitero o músico sobre esa estructura puede componer en cualquier momento uno nuevo-, los más conocidos son los llamados el “Xiringüelu” y el “Villaviciosa hermosa”, cuando no ocurre que el gaitero en su interpretación une ambas melodías para alargar el baile o para recrear una única canción.

La demostración de que el saltón es uno de los ritmos asturianos por excelencia y que lo llevamos casi genéticamente en la sangre, es que ambas melodías, la del “Xiringüelu” y la del “Villaviciosa hermosa”, se encuentran entre las más conocidas por todos nosotros y de las que primero salen a nuestra boca cuando nos ponemos a cantar algo entre amigos.

En el primer cancionero armonizado publicado en 1885, Todo por Asturias. Primer Capricho Pot-pourrístico sobre cantos populares de Asturias, nos encontramos con una suite de 15 temas populares, a la que debe sumarse una composición de su autor, Rufino Nuevo y Miranda, titulada “Zarabanda al son de gaita y tambor”. Dos años más tarde aparece el Segundo Capricho... donde se recogen 16 temas populares. Entre ellos, la primera versión que conocemos en partitura del “Villaviciosa hermosa”.




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