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Todos los caminos llevan aquí

2010 / 11 / 06 - El Comercio

Todos los caminos llevan aquí

Héctor Braga conoce perfectamente a su público y, aunque lo mima en directo, le hace ir un poco más allá con cada nuevo disco que saca. Se trata de un riesgo medido, que puede llevarnos a pensar que le gustaría ser más rompedor en sus propuestas. Pero, al escucharlo uno se da cuenta de que conoce a la perfección la regla sagrada del marketing de producto: no olvidarse del cliente que se tiene para ir al encuentro de uno nuevo.

Es algo elemental. Termina un concierto en directo y un buen número de personas se acerca a Héctor Braga para adquirir un disco. Al escucharlo en su casa o en el coche necesitan que lo que vieron en directo y les gustó se vea reflejado en la grabación que compraron. Por eso puede encontrarse en su nuevo trabajo una xácara, un romance, una danza, un par de cantares y seis tonadas.

Por más que en sus actuaciones en directo siga tirando más de su repertorio de romances y xácares, la tonada lleva tiempo convirtiéndose en su principal apuesta. Por ello su presencia en los escenarios de los principales concursos de tonada que se celebran en Asturies, donde aún no ha conseguido ninguno de los grandes premios, pero donde le ha servido ser reconocido por un público muy determinado que ahora respeta sus propuestas y asiste a sus conciertos.

Apenas lleva un par de semanas su nuevo disco en el mercado, Caminos del mundu, en el que ha buscado la colaboración de músicos de diferentes tendencias para conseguir de alguna manera que diversos sonidos e influencias confluyeran en su voz que, una vez más, se mueve en una línea tradicional.

Un buen ejemplo lo tenemos en el primer corte con que se abre el disco, la tradicional Que me oscurece, que ya Eduardo Martínez Torner recogiera en su Cancionero Musical de la Lírica Popular Asturiana con el número uno. Arranca con gaita, guitarra y percusión pero, en ningún momento deja se seguir la línea melódica tradicional reflejada por Torner y reconocible por todo buen conocedor de la canción asturiana. En un momento de la canción una flauta nos acerca al terreno del folk, en el que tantos trabajos tiene publicados. Para, de nuevo, regresar a la tonada dura acompañada por sonidos más habituales que ya tenemos asociados como propios por formar parte de la cultura de nuestro tiempo y que, de todas formas, no dejan de dar un cierto aire de modernidad –o de presente- a una tonada de siempre.

El disco incorpora dos composiciones propias, Del emigrante y Caminos del mundu, habituales de su repertorio de escenario y que compitieron en alguna de las modalidades de tonada de autor de los concursos de canción asturiana, con muy buen resultado de crítica y jurado.

Y, como en un guiño, La niña de La Arena, nos acerca el oriente de Asturies. Se trata de una de las piezas por excelencia de los cancioneros de la vecina Cantabria (donde siempre aparece como La niña de Laredo), por más que también se incluya en algunos asturianos, como el mismo de Torner. Para concluir el tema con una xota, también del oriente de Asturies, del pueblo de Caldueñu.

Las Xácaras de Maruxina, que van acompañadas de la Muñera de Casu, recuerdan a su público habitual que no se olvida del repertorio que tanto éxito le dio en sus trabajos anteriores, como El mal de Micaela, en Encoplando, o las Xácaras del reló, de Trad.ye. Como también ocurre con el romance castellano de la Casadina o las cuartetas de la Yerbabuena.

Aunque cierra el disco con una pieza adicional, Soi de Pravia, lo hace de verdad con la anterior, Madrugues tanto, al violonchelo y al piano. En ella no sólo refleja su buen hacer con el violonchelo sino que muestra un buen camino para trabajar en próximos discos que, a no tardar mucho, irán llegando.




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