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Será por agua

2010 / 06 / 23 - La Nueva España

Será por agua

Lo meyor de Mieres míu, si nun me lo lleva’l ríu. Lo decía el dicho popular, Pero no se cumplió. El encauce del río aguantó. Por lo menos a su paso por la villa. Lo dice también la letra del himno que suena en el carillón del Ayuntamiento:

“Hermosa villa de Mieres qué guapina vas a sere con el encauce del ríu y el parque que van facere”.

La letra tiene pinta de ser de finales del siglo XIX. De aquella quedó un proyecto de parque que no llegó a hacerse, que ocupaba la extensión actual del Xovellanos pero llegaba al Caudal y abarcaba los terrenos que hoy ocupa el campo de fútbol. Menudo parque. Al final se quedó en lo que tenemos. Y gracias, que hubo en esta última legislatura quien propuso hacer un parking subterráneo en él. Como si no hubiese en Mieres más sitio. Como si Dios, el día que repartió la inteligencia, se hubiese olvidado de ellos.

De la canción del carillón nos quedó el encauce del río. Tardó en llegar. Todavía queda en la memoria de la gente las inundaciones de los años sesenta. El recuerdo de las chalanas sacando a la gente de las casas del barrio de Santa Marina. Queda también el testimonio escrito por Víctor Alperi en su novela Dentro del río. La historia de alguien que quedó varado en una de las muchas islas que creaba el Caudal a su paso por La Vega. Desde las orillas los vecinos intentaron tirar cables y cuerdas para intentar rescatarle. Pero la velocidad con la que sube el agua acabó arrastrándolo. Algo que de nuevo volvimos a comprobar estos días atrás. Un episodio de una dureza tremenda que todavía perdura. Menos dramático fue el rescate del cura, don Luis. Pero movilizó a mucha gente. Varios vecinos arremangados tirando de la chalana. La Canal pasaba por debajo de la iglesia. La corriente del agua era fuerte. No importaba, a don Luis se lo quería, era un vecino más. Los tiempos han cambiado. Y los curas. Si llega a haber pasado ahora... Mejor no hacer comentarios gratuitos que un cura afogáu en las turbulentas aguas del río Caudal hubiese dado para muchas misas, muchas procesiones y seguro que algún que otro intento de beatificación.

Al día siguiente volvió el sol para dar un poco de vida a los chiringuitos que llevaban más de una semana sin hacer caja, como a la plaza improvisada en que se convierte las calles del Viciu y El Paseo. Con más ganas de sol y fiesta que nunca llegó el fin de semana y por fin pudimos entonar la segunda parte del himno del carillón, la que dice:

“Borrachu m’acosté anoche borrachu me llevanté nun sé qué coñu me pasa que toi borrachu otra vez”.

Las terrazas, como siempre, hasta arriba. No hay luz de fiesta, pero nadie la echa en falta. Hubo algún concierto, pero tampoco dieron más. Con el sol y una terraza ya teníamos fiesta asgaya.




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